Democracia y crecimiento económico

En los últimos años se ha discutido profusamente la llamada transición mexicana a la democracia y la modernización dc la economía. Pero esa discusión política y académica no ha vinculado ambos procesos y, generalmente, se aborda el cambio político como diferente y separado del cambio económico. Esa separación artificial limita el análisis, sobre todo en un momento donde el país enfrenta el reto simultáneo dc avanzar en sus reformas económicas y resolver sus problemas políticos. Esa tendencia a separar los ámbitos de la economía y de la política se reflejó hace varios años. Por ejemplo, en las declaraciones del ex-presidente Carlos Salinas al semanario Newsweek, donde argumentaba que la reforma económica debía anteceder a la reforma política, porque si ambas se llevaban a cabo de manera simultánea, se conocía el riesgo Gorbachov de la inestabilidad política y el caos financiero.

De esa concepción que suponía que la economía es una esfera separada e inmune a la política, muchos pasaron al otro extremo donde la política es causante del desastre económico. Los hechos parecieron sustentar esa idea durante 1994, cuando las reservas internacionales, por ejemplo, fueron altamente dependientes de los problemas políticos asociados a la sucesión presidencial.

Esa vulnerabilidad de la economía frente a la política es preocupante, sobre todo ante el escenario de un tránsito político que aún no termina y que generará más conflictos en el corto y mediano plazos. Sin embargo, una cosa es procurar reducir la ‘vulnerabilidad de la economía frente a la política, y otra muy diferente pretender que la economía sea inmune y ajena a la política y a los políticos. Con frecuencia se escucha el argumento de que la política entorpece y contamina a la economía, y se cree que los fenómenos políticos deben ser erradicados de la toma de decisiones, o bien., que pueden ser colocados en una cláusula de caeteris paribus. La historia económica reciente de México ha mostrado lo irresponsable dc esa apreciación.