No es con la filosofía que se adquiere la primera conciencia del yo, sino ciertamente con la poesía como palabra creadora; es innegable que la lírica griega arcaica contribuyó a la configuraración de la sociedad del siglo V a. de C.: de la tiranía hacia la democracia; de la borrachera a la moderación en el simposio; del modelo del héroe guerrero al del ciudadano; en fin, del yo individual al nosotros en la conciencia del tiempo.
La construcción del discurso pedagógico de la historia en sus dimensiones verbal y visual es un proceso de producción que se desarrolla en condiciones sociales, históricas y culturales específicas. Se ilustra lo anterior con un ejemplo mexicano: el Retablo de la Independencia de Juan O’Gorman y las distintas utilizaciones que de él se han hecho.
Para entender bien esta obra de Hegel hay que evitar el prejuicio de que se trata de una obra en que se habla de todo. Asimismo, evitar reconstrucciones panorámicas según las cuales la obra trataría de la historia de las desgarraduras de la conciencia (divina). El autor propone: A Hegel hay que tomarlo en serio.
La poesía de Eduardo Vázquez abreva en la idea de una poesía culta cuyo horizonte es lo popular, en esa mezcla de ritmos y sentidos mitológicos que expresan sentimientos colectivos, o mejor dicho: compartibles, gracias al proceso de identificación de la experiencia en elementos cotidianos. En libros como Comer sirena, el amor y el erotismo encontraban su imagen en referentes culinarios, mientras que en los poemas de Lluvias y secas se echa mano de elementos menos abstractos, se recurre a la descripción de paisajes y lugares o incluso de acontecimientos de clara raigambre personal. La poesía habla del individuo pero se dirige a la colectividad y alcanza a si una voluntad de comunicación o, en el mejor de los caso, de comunicación con el lector.
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