Diálogo de poetas. David Huerta.

En Los adagios, el estadounidense Wallace Stevens señaló que "el poeta es el sacerdote de lo invisible". Con palabras que celebran la misa de lo que existe, pero se esconde a simple vista, el poeta habla de lo que la imaginación revela sobre la realidad. Una realidad súbitamente enriquecida que no sólo contempla la cara o la superficie de las cosas, sino su dorso o envés; donde las presencias se ven iluminadas por el discreto resplandor de lo fantasmagórico e incluso, de lo posible.

Nacido en la Ciudad de México en 1949, David Huerta es uno de esos sacerdotes señalados por Stevens. Voz protagónica de la poesía mexicana de nuestro tiempo, su veintena de títulos publicados coinciden , aún desde su diversidad formal y tonal, en una curiosa fenomenología; si bien el poema se ampara filosóficamente en el conocimiento del mundo mediante la evidencia o la intuición, también lo hace, de acuerdo con la física de partículas, en un "cuerpo de conocimiento que relaciona entre sí distintas observaciones empíricas de los fenómenos, incluidos aquellos que permanecen ocultos. Los sentidos, ya inflamados, dejan de ser mediadores para convertirse en plataformas de la realidad. De ahí que su impulso, la imaginación -no el sueño, sino la lucidez de la razón poética- forme parte sustantiva del empirismo.

Hernán Bravo Varela

Autor: 
David Huerta
Número de revista: 
110
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